noviembre 7, 2009 | Autora: Bessy Bendaña
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"Salomón procuró dar muerte a Jeroboam, pero Jeroboam se levantó y huyó a Egipto, a Sisac, rey de Egipto, y estuvo allí hasta la muerte de Salomón." 1 Reyes 11:40
Procuró – ¡Que triste y trágico final para el hombre que lo tuvo todo! Con frecuencia pensamos en la sabiduría de Salomón, en sus maravillas y sus riquezas. Olvidamos que cayó muy profundo. El último registro de un evento de su vida se levanta en plena oposición al hombre humilde que sirvió a Dios. Al final de su vida, Salomón procura matar al hombre que Dios ha escogido para liderar Israel. Salomón olvida todo lo que algún dia supo sobre la soberanía de Dios. Intenta alterar la palabra profética de Dios con su propia mano.
¿Qué sucedió a este gran rey, el hombre más rico del mundo, un hombre cuyo nombre era sinónimo de sabiduría? Cayó. ¿Cómo sucedió? Bien, la respuesta sencilla es “mujeres.” La sabiduría de Salomón pareció aplicarse a todo menos a la advertencia de Dios sobre las tentaciones del poder. El Señor dijo a Sus siervos, los reyes, que se guardaran del deseo de acumular, pero la adicción de Salomón tomó el control.
Setecientas esposas. Bueno, no podemos llamarlas esposas, ¿no creen? Más buen juguetes, disponibles para su placer. ¡Y más! Trescientas concubinas. Más mujeres de lo que puede imaginarse un hombre. Y con estas mujeres venían sus dioses falsos y practicas idolatras. Salomón, el hombre más sabio del mundo, fue un completo y absoluto necio ante su adicción sexual. Al final de su vida, lo controlaba una sola cosa – su deseo de mantener el poder que alimentaba su adicción. Procuró matar el remplazo de Dios porque no era capaz de admitir su fracaso como siervo de Dios.
Aquí hay por lo menos dos lecciones cruciales. La primera es esta: los grandes inicios no garantizan grandes finales. Un hombre puede comenzar con obediencia humilde pero terminar con desafío rebelde. La perseverancia cuenta. Una y otra vez Dios nos dice que El defiere las consecuencias esperadas por Su relación con David, y David fue ningún santo. Pero David buscó humildad, conoció el arrepentimiento y perseveró. La caída no es tan importante como levantarse una vez más. Cuando Salomón cayo, la fosa fue muy, muy profunda.
Si esta advertencia no fuese suficiente, aquí hay aun otra lección. Las adicciones exigen combustible. Claman para ser alimentadas, pero jamás serán satisfechas. Ningún hombre puede recordar con quién durmió hace un año cuando la lista contiene miles. Estas mujeres no son personas. Son comida – alimento para calmar el apetito insaciable por más. La terapia contemporánea lo llama “tolerancia.” Mientras más consentimos la adicción, más nos exige. En cuanto me ajusto al nuevo nivel de abuso alterador de ánimo, mi sistema emocional-físico-psicológico se hace “tolerante” al estimulo. Ya no es suficiente para adormecer el dolor. Así que necesito más. Y como no existe límite a la profundidad del dolor emocional que un hombre pueda resistir, no existe límite a la necesidad de alimentar ese comportamiento que adormece el dolor. Salomon era un adicto. La adicción tiene un solo fin – la destrucción de todo lo que la persona es. El hombre más sabio del mundo provee una lección de locura pura.
¿Cargas un apetito, señal-de-alarma alterador de estados de ánimo adormecedor de dolores que no puede saciarse? La caída de Salomón comenzó con un solo paso fuera de la dirección de Dios. Un paso lleva a mil. Esa clase de apetito siempre nos aleja.