(Publicado por el Ministerio El Remanente Inc.23 septiembre,2009)
“Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido”. 2 Timoteo 2:24.
La contienda es un ladrón que debemos aprender a reconocer y a manejar inmediatamente.
Es necesario controlarla antes que nos controle a nosotros.
Ser contencioso significa que por costumbre se disputa o contradice todo lo que otros afirman.
Una persona así, discute con amargura y produce discordia.
Unas veces la discordia es abierta, otras es una corriente de rabia debajo de la superficie.
La contienda es peligrosa.
Es una fuerza satánica enviada para destruir.
La Biblia dice que debemos resistir al diablo firmemente.
Cuando alguien nos hiere o nos ofende, el enojo empieza a surgir.
No es un pecado enojarse.
Pero tenemos que manejar los sentimientos de enojo adecuadamente.
No debemos permitir el rencor, la amargura, el resentimiento, o la falta de perdón.
No debemos dejar que el sol se ponga sobre nuestro enojo.
Una actitud de juicio es una puerta abierta para la contienda.
Tenemos que recordar que la misericordia triunfa sobre el juicio.
El juzgar a los demás, por lo general, lleva a los chismes.
Estos, empiezan a diseminar la contienda de una persona a otra.
Nos destruye, la armonía y la unidad.
En realidad, nos saca del área de las bendiciones de Dios.
Cuando viene la tentación de juzgar a otros y después compartir nuestra opinión a través de los chismes y las patrañas, debemos recordar esto…
“… El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra… ”. Juan 8:7.
¡Recuerda!
Dios cambia las cosas a través de la oración y la fe, no a través de nuestras opiniones y chismes.
Amén.
Dios Te Bendiga.
Publicado por El Predicador ©
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