25/4/12

Salmo 52: "confió en la multitud de sus riquezas..., "



¿Por qué te jactas de maldad, oh poderoso? La misericordia de Dios es continua. Agravios maquina tu lengua; como navaja afilada hace engaño. Amaste el mal más que el bien, la mentira más que la verdad.

Has amado toda suerte de palabras perniciosas, engañosa lengua. Por tanto, Dios te destruirá para siempre; te asolará y te arrancará de tu morada, y te desarraigará de la tierra de los vivientes.

Verán los justos, y temerán; se reirán de él, diciendo: He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la multitud de sus riquezas, y se mantuvo en su maldad.

Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; en la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre. Te alabaré para siempre, porque lo has hecho así; y esperaré en tu nombre, porque es bueno, delante de tus santos.

Recuerdo haber visto cómo una popular estrella de cine se jactaba frente a la audiencia de la televisión, que acababa de ganar 20 millones de dólares por una semana de trabajo simulando la voz de un personaje de las caricaturas. Esta estrella era invitada en un programa de entrevistas cuya anfitriona se estima que vale varios miles de millones de dólares, y cuyos ingresos personales se acercan al millón de dólares por cada día laboral.

Enlace de Estudio Salmo 52: http://gracethrufaith.com



No puedo sino pensar que cualquiera de estas dos mujeres podrían sostener el programa de uno o varios ministerios evangelísticos por el resto de sus vidas sin siquiera notarlo. Claro, no sé qué es lo que hacen con su dinero; quizás están involucradas fuertemente en la obra del Señor al utilizar su inmensa fortuna para aumentar Su Reino. Si eso es así, ellas cosecharán recompensas eternas que pondrían sus fortunas actuales en nada.

Pero si no es así, todo ese dinero que han amontonado tampoco sería nada para pagar el precio de sus propias vidas. Si han rechazado la oferta gratuita del Señor para la salvación, se darán cuenta de que no podrán pagar el precio requerido para comprarla por su propia cuenta, no importa la riqueza que hayan acumulado.

Yo creo que fue Karl Marx el que dijo que “la religión es el opio de las masas”. Él creía que la religión fue inventada por los ricos para ayudar a tener a los pobres en su lugar. La idea era que estos tolerarían sus vidas de privaciones y voluntariamente usarían sus energías enriqueciendo a otros mientras creyeran que serían hechos ricos en la otra vida.

Pero nosotros sabemos mejor que eso. Sabemos que en esta vida Dios, el Dador de todo bien y de las recompensas perfectas, atenderá nuestras necesidades y nos bendecirá conforme lo considere apropiado, si solamente se lo pedimos. Y luego, como una recompensa por nuestra fe, Él nos otorgará las bendiciones eternas, que están más allá de nuestro entendimiento, en la otra vida. El Señor hará eso sin importar nuestros méritos. De hecho, Karl Marx pudo haber recibido todas esas bendiciones si solamente las hubiera pedido.

Debo admitir el ponerme celoso al escuchar que alguna persona que no le ha agregado ningún valor a la calidad de vida en la tierra, deba de ser recompensada tan escandalosamente, mientras pareciera que muchas otras que trabajan diligentemente para el Señor, apenas sobreviven. Pero entonces me di cuenta de que estaba viendo las cosas a través de la perspectiva mundana. Tengo todo lo que necesito y el Señor ha prometido que siempre será así. Si alguien me diera veinte millones de dólares por un trabajo de una semana, seguramente diezmaría de esa suma para la obra del Señor y aun le daría un poco más, pero probablemente gastaría el resto en cosas que ultimadamente me distraerían del ministerio y no me ayudarían a estar concentrado en ello. Es lo que el Señor quiso decir cuando expresó, “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24).

En el Salmo 37 el Señor compara a la gente malvada que es exitosa con la hierba que pronto se marchita y se convierte en nada. Pero a la persona que es fiel, la compara con un olivo verde en este Salmo 52. El árbol del olivo es casi imposible matarlo. Lo pueden cortar, quemar su madera, y desenterrar su tronco, pero pronto un retoño brota de la tierra y el árbol está de vuelta a la vida y creciendo de nuevo. Se cree que algunos de los árboles en el Huerto de Getsemaní hoy día, fueron testigos del arresto de Jesús.

Pudiendo escoger entre una hierba que se marchita y muere, y un árbol de olivo que vivirá eternamente, yo escogería el olivo, especialmente si sé dónde estaré viviendo.
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