20/12/11

Aprovecha el tiempo


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Nuestra existencia física actual se acaba. Eclesiastés 3.18-20 el escritor reflexiona: «Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias. Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo».

Los sucesos pasados ya han transcurrido, pero todavía nos afectan en gran manera. Puede ser edificante reflexionar acerca de lo positivo del pasado, pero no hasta el punto de negar donde estamos en la vida actualmente. ¿Pero qué podemos decir de lo negativo?

Nuestro Señor mismo aprendió del sufrimiento (Hebreos 5.8), como lo debemos hacer nosotros (1 Pedro 5.10). ¿No son precisamente esas pruebas las que te llevan a confiar más en Dios? (1 Pedro 1.3-9).

¿Y qué acerca del futuro? Pase lo que pase, Dios no quiere que vivas amedrentado por lo que te pueda ocurrir el día de mañana (Mateo 6.25-34; Romanos 8.28).

El día de ayer ya pasó y el día de mañana todavía no ha llegado, pero ¿qué acerca del hoy? El apóstol Pablo te recuerda cuán precioso es el presente (Efesios 5.15, 16).

En todas las cosas se necesita la sabiduría de Dios para encontrar la respuesta apropiada (Eclesiastés 2.26). Con su guía puedes saber qué hacer y cuál es el mejor tiempo para hacerlo (Eclesiastés 8.5).