25/5/11

Melquisedec, Jesús y Nosotros

Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder; domina en medio de tus enemigos (Salmo 110:1-2).

Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec (Salmo 110:4).

Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, diciendo: ¿Qué piensan del Cristo? ¿De quién es hijo?

Le dijeron: De David.

El les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?

Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más (Mateo 22:41-46).

Es muy claro que tanto el Señor como los fariseos a quienes se estaba dirigiendo creían que el Salmo 110 se refería al Mesías y que el Espíritu Santo había inspirado al Rey David a escribirlo. En lo que diferían era en su entendimiento sobre el origen del Mesías. Los fariseos creían que Él sería un descendiente humano del Rey David, y nada más. El Señor sabía que Él era también Dios en la carne, y citó el Salmo 110 para recordarles que David también sabía eso.

Algunas traducciones de la Biblia muestran la primera aparición de ‘Señor’ en el Salmo 110, todo en mayúsculas (Señor) y la segunda solamente el nombre en Mayúscula (Señor). Esto es para mostrar que David estaba escribiendo sobre una conversación que pudo escuchar, por medio del poder del Espíritu Santo, entre el Padre y el Hijo.

Esto lo sabemos así, primero porque Señor es un título que se usa para dirigirse a una persona superior, y solamente dos personas eran superiores al Rey. Una era Dios el Padre, representado por SEÑOR, y la otra, Dios el Hijo representado por Señor. En efecto, Jesús les recordó a los fariseos que David se habría referido a un mero descendiente humano como su hijo, no como su Señor.

También, la “palabra” hebrea traducida SEÑOR es YHVH, que son las cuatro iniciales del nombre impronunciable de Dios, y utilizado solamente de Él, mientras que la palabra traducida Señor es una palabra diferente, es Adonai.

Si los fariseos le hubieran respondido con la verdad al Señor, Él los habría obligado a estar de acuerdo con David, algo que no estaban preparados a hacer. No en ese momento, ni nunca. En su juicio ante el Sanedrín, la declaración del Señor de que era el Mesías y que todos ellos le verían sentado a la derecha del Altísimo y viniendo en las nubes del cielo, es lo que los alteró para condenarlo por blasfemia, que era un crimen capital (Mateo 26:64).

Pilato no estaba preocupado por las acusaciones de blasfemia. Eso era un asunto interno entre los judíos. Pero el admitir que Jesús se había nombrado a Sí mismo como Rey, era una confesión que se consideraba como una traición bajo la ley romana, y que también era un crimen capital (Mateo 27:11).



El Rey Jesús, Nuestro Sumo Sacerdote

David había escrito que el Mesías sería tanto rey como sacerdote igual que Melquisedec lo había sido. De Génesis 14:18 sabemos que Melquisedec, cuyo nombre significa Rey de Justicia, era tanto un sacerdote del Dios Altísimo como Rey de Salem, una ciudad jebusea que después se conoció como Jerusalén luego del sacrificio interrumpido de Abraham de su hijo Isaac allí. (En honor a la profecía con la que estaba actuando, Abraham simbólicamente renombró el Monte Moriah como Jehová Jireh, que significa en el Monte del Señor será visto. Él se estaba refiriendo a un tiempo futuro cuando otro Padre ofrecería Su único Hijo como un sacrificio por el pecado. Cuando David conquistó a los jebuseos hizo de Jerusalén la capital de Israel, y compró la tierra sobre el Monte Moriah en donde Abraham había estado, como el lugar para el Templo.)

Nunca desde la fundación de Israel había habido alguien que fuera tanto Rey como Sacerdote. Eso era prohibido. Los reyes provenían de la tribu de Judá, mientras que los sacerdotes eran de la tribu de Leví. Un rey que intentó fungir como sacerdote se ganó la inmediata displicencia del Señor, y nos sirve para ilustrar el punto. Atreviéndose a ofrecer el incienso en el Templo, el Rey Usías de inmediato contrajo lepra y fue aislado hasta el día en que murió (2 Crónicas 26:16-21). Algunos profetas también eran sacerdotes, por ejemplo Ezequiel y Zacarías, y David fue rey y profeta. Aun así, nadie nunca fue rey y sacerdote al mismo tiempo en Israel.

Pero hay profecías en Ezequiel y en Zacarías que dicen que esos dos oficios quedarán unidos cuando el Mesías llegue y que Él será tanto Rey y Sacerdote (Ezequiel 21:25-27; Zacarías 6:9-13). Y por supuesto, en el Libro a los Hebreos Jesús es llamado nuestro Rey (Hebreos 1:8) y nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14). Esto es posible porque Jesús no es un sacerdote en el sentido levítico, sino en el orden superior de Melquisedec. La Carta a los Hebreos le dedica todo el capítulo 7 a este tema.

Yo Se Que Soy, Pero ¿Qué Es Usted?

En Éxodo 19:6 a Israel se le llama un reino de sacerdotes, pero en 1 Pedro 2:9 leemos: “Mas ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien las virtudes de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Él está hablando de la iglesia, llamándonos sacerdocio real. Solamente los reyes se consideran de la realeza.

Y en Apocalipsis 1:5-6 esto queda aun más claro. “Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.

Algunas de las traducciones modernas prefieren la palabra reino en vez de reyes en el pasaje anterior, y eso puede ser así, porque la palabra griega se puede traducir de ambas formas. Algunas personas tratan de comparar este pasaje de Apocalipsis con Éxodo 19:6 para reforzar su prejuicio con la teología del reemplazo, haciendo que la iglesia sea Israel. Pero para los eruditos más conservadores queda claro que tanto el contexto como la estructura gramatical del pasaje requiere que la palabra griega se traduzca como reyes. (Lo mismo es cierto en Apocalipsis 6:10.)

¿Reyes De Qué?

Algunas personas han preguntado, “Y si todos somos reyes y sacerdotes, ¿a quiénes vamos a gobernar?” Eso nos recuerda un viejo episodio en donde Rafael le grita a Alicia, “¡Yo soy el rey! ¿Me escuchas Alicia? ¡Y tú eres nadie!” Alicia le responde calmadamente, “¡Qué gran cosa. Rey de nadie!” ¿Estaba Alicia, sin saberlo, también describiéndonos a nosotros?

La Biblia no contiene una respuesta específica sobre esto, pero tenemos un par de insinuaciones. Primero, habrán otras naciones además de Israel que habitarán en la tierra durante el milenio. Todas ellas necesitarán de alguna forma de gobierno. En Efesios 2:6-7, Pablo escribió, “Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”. Los “siglos venideros” aluden a los múltiples períodos de tiempo más allá del Milenio cuando serviremos como ejemplos vivos de las abundantes riquezas de Su Gracia. (No olviden que estamos aquí para la eternidad, no solamente para mil años.) Esto puede fácilmente incluir el hacernos gobernantes de algún tipo que aun está por ser revelado en el tiempo.

Y segundo, el universo es un lugar inmenso, y todo creado por Dios. La Biblia solamente menciona a la Tierra, pero si ese es el único planeta que tiene consecuencias para el Señor, entonces, ¿por qué hay galaxias enteras allá fuera? Dios no desperdicia nada, y no hace las cosas solamente por el show. Tampoco nada de eso fue creado por accidente. Quizás el resto del universo está aguardándonos para sernos revelado y que su propósito sea cumplido. Quizás cada uno de nosotros va a estar gobernando una parte del mismo. No como dioses, como mis amigos mormones quieren hacernos creer, sino como reyes y sacerdotes del Único y Verdadero Dios.

¿Pone a prueba todo esto los límites de su imaginación? Claro que lo hace. Por eso es que Pablo le llamó “las abundantes [incomparables] riquezas de su gracia”. Pero ni siquiera intente usted hacer a Dios lo suficientemente pequeño como para que quepa en su mente, porque si lo hace, lo hará demasiado pequeño para que pueda resolver sus problemas. Él nos ha prometido la bendición eterna y eso quiere decir mucho más que solamente estar sentados en una nube con un arpa en las manos y en un servicio de alabanza interminable. Como las ovejas, los humanos necesitan de un gran mantenimiento y también necesitan de un gran estímulo para evitar perderse. Recuerden, Pablo también dijo, “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9). Intenten ustedes imaginarse lo que se requeriría mantenernos estimulados durante la eternidad.

El viejo adagio dice, “El cielo es el límite”, pero en nuestro caso, quizás es el universo entero. A duras penas puedo esperar más para saberlo, y basado en la situación presente en el mundo, pareciera que la espera está por terminar. Selah 19-03-11"

Enlace: http://gracethrufaith.com/estudios-biblicos-en-espanol/melquisedec-jesus-y-nosotros/   Melquisedec, Jesús Y Nosotros: Un Estudio Bíblico por Jack Kelley